Informaciones obtenidas de muchas evaluaciones de programas y proyectos educativos señalan que "los niños y niñas tienden a aumentar sus niveles de aprendizaje cuando sus padres participan junto a las educadoras, en el proceso educativo" (Fundación Integra, 1999) El principal potencial de los padres es que, además de amar a sus hijos y buscar lo mejor para ellos, son las personas que más los conocen. El trabajo con la familia se funda en el principio de que los padres tienen potencialidades educativas que, si son estimuladas, permiten establecer una relación de alianza con el equipo educativo, sumando las fortalezas que unos y otros tienen en favor de los niños y niñas. El trabajo con la familia se sustenta en los principios de respeto a la diversidad familiar, social y cultural de las personas. El trabajo desarrollado debe girar en torno al logro de una tarea en común, el bienestar y desarrollo pleno de los niños y niñas que tienen bajo su responsabilidad.
Por último, se desea potenciar las capacidades educativas de los padres para favorecer el desarrollo y aprendizaje de los niños y, al mismo tiempo, generar espacios de encuentro y colaboración con los padres, ellos son actores-miembros de una comunidad educativa y de la comunidad donde viven.